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Medidas de la rosca, nomenclatura simple
En la industria de los envases de plástico es muy común escuchar los términos «Rosca 28/400 ó R-24/415» por poner un ejemplo. Sin embargo muchas personas desconocen el significado de dichos términos que en realidad corresponden a la nomenclatura utilizada en los Estados Unidos de Norteamérica, la cual es utilizada ampliamente en el continente Americano para referirse a las medidas de la rosca.
La letra «R» es la abreviación de la palabra «Rosca», la cual viene acompañada de un número separado por una diagonal.
Por ejemplo, en «R-28/410», la letra «R» es la abreviación de la palabra «Rosca», los primeros dígitos, en este ejemplo «28», hacen referencia al diámetro de la cuerda en milímetros, el segundo juego de números «415» hacen referencia a la altura de la cuerda en relación a la cantidad de vueltas de la misma.
La rosca, en el ámbito de fabricación se conoce como medida «T», y la altura en función del número de vueltas de la cuerda se le conoce como «H». Puedes profundizar más en éste tema en el siguiente artículo.
Este tipo de nomenclatura nos permite identificar inmediatamente el diámetro y altura derivada de la cantidad de vueltas de la cuerda. Para los fabricantes es el lenguaje natural para referirse a dichas medidas, ya sean fabricantes de envases de plástico, de tapas, insertos, retapas o sellos.
Si quieres conocer otras nomenclaturas alternativas, te invitamos a leer el este artículo.
Número de vueltas de la cuerda
En la mayoría de las ocasiones, al referirnos a la altura de la rosca utilizamos las expresiones «400, 410, 415», pero debemos destacar que ésta no es su función principal además de que al utilizarla como referencia para la altura no existe ninguna medida como referencia, solamente de forma visual y es completamente subjetiva.
El verdadero uso de estas medidas es el de indicar la cantidad de vueltas que tendrá o tiene la cuerda. No está por demás señalar que si una rosca tiene más vueltas, su altura tiende a ser mayor.
En el caso de las tapas más altas se recomiendan más vueltas (1.5 o 2) para compenzar y evitar que la tapa tenga juego en la parte inferior.
Lamentablemente quizá esta es una de las normas que más se rompe ya que se tiene la creencia de que a mayor número de vueltas, más efectivo será el cierre, lo cual es incorrecto, ya que las cuerdas están diseñadas para brindar un buen cierre en relación a la altura de la tapa. Por ello no es de extrañar encontrar envases con roscas bajas y más vueltas de las que se recomiendan.
Basados en las nomenclaturas más frecuentes, los valores a considerar son los siguientes:
- 400 – 1 vuelta de cuerda
- 410 – 1.5 vueltas de cuerda
- 415 – 2 vueltas de cuerda
- 425 – 2 vueltas de cuerda delgada
Como se puede observar en la siguiente ilustración, a mayor cantidad de vueltas, la altura aumenta, con excepción de la 425 que cuenta con 2 vueltas en un espacio menor que la 415.
Significado de la nomenclatura 400, 410, 415 y 425
Al hablar de medidas de la rosca, esta es una de las nomenclaturas más polémicas ya que los números utilizados para representarla no están relacionados a ninguna medida conocida, es decir, no están expresados en milímetros, centímetros, décimas, pulgadas o milésimas. Recordemos que son números utilizados para indicar la cantidad de vueltas de cuerda, no altura.
Son números que se quedaron plasmados en las normas y fueron aceptados por consenso mayoritario.
Roscas con mayor ingeniería
La evolución constante de la industria del plástico nos brinda productos innovadores. Tal es el caso de las roscas de nueva generación, las cuales podemos encontrar en diferentes tipos de envases.
Por ejemplo, algunas empresas de agua embotellada empezaron a colocar tapas sumamente cortas, esto con el fin de ahorrar en los costos de fabricación.
Otras industrias, como la de los lácteos, se encontraron en la necesidad de desarrollar roscas con múltiples entradas y un gran número de vueltas, lo que se tradujo en la posibilidad de cerrar un envase con tan solo un cuarto de vuelta.
En el caso de las botellas utilizadas para la industria química y agrícola se agregaron vueltas a la cuerda y se fabricaron más gruesas de lo normal para soportar una gran presión, evitando así posibles fugas o que las tapas cedieran ante ésta presión.
